La IA, ese tema que nos resulta pesado, empalagoso, un coñazo. Y ahí está, decidiendo si te mereces una subvención, cómo y cuándo te atienden en la seguridad social, si vas a cobrar el paro (eso por ahora solo en USA, que sepamos), o si vas a conseguir un trabajo. Es un coñazo que nos está cambiando la vida, nos guste o no.
Nos extrañaba que en California, donde está el epicentro global de la innovación tecnológica (quizá te suene Silicon Valley), se les ocurriera toserle a las grandes tecnológicas.
No nos lo podíamos creer: un político enfrentándose al dinero y el poder que se destila por aquellos lares. Las 7 magníficas, OpenAI, Oracle, IBM… tienen ya más poder que cualquier país.
Y todas habían avisado que si la ley (SB 1047) seguía adelante, no les iba a quedar más remedio que marcharse (pobres desterrados).
Tras su aprobación, todo estaba en manos de una sola persona, el gobernador Gavin Newsom. Si alguien en algún momento pensó que la política está por encima del dinero (los humanos nos creemos cualquier cosa), ayer domingo (el día del Señor, por cierto) nos dieron otra lección.
El proyecto de ley SB 1047, con su enfoque en modelos de IA a gran escala, buscaba instaurar pruebas de seguridad rigurosas y una transparencia sin precedentes. Algunos lo veían como un campo de pruebas para futuras legislaciones nacionales e incluso mundiales. Sin embargo, esta medida encontró una feroz resistencia en la comunidad tecnológica.
Sí, esa misma que no para de advertirnos lo importante y peligrosa que puede ser esta nueva tecnología. Los mismos que firmaron hace un año pidiendo que se detuviera todo, al menos por seis meses. Ahora que por fin intentamos hacer algo (en Europa y California, se ve que al resto del mundo no le afecta), argumentan que tales regulaciones sofocan la chispa de la innovación y les dejan en pañales frente al resto del mundo, que va que vuela (léase China S.L.).
Contrario a la popular y perenne preocupación de que regular es sinónimo de restringir, la realidad sugiere un matiz más complejo. Los defensores de la regulación, como Elon Musk y prominentes pioneros de la IA (Geoffrey Hinton, Dario Amodei, Ilya Sutskever…) sostienen que establecer barreras de protección no es frenar el avance tecnológico, sino un pilar para asegurar que dicho avance no desemboque en desastres éticos o tecnológicos. Argumentan que una IA poderosa sin un marco de responsabilidad es una receta para el desastre, no para el progreso.
Gavin Newsom, aunque reconoce la «buena intención» detrás del proyecto de ley, expresó su preocupación por el «efecto escalofriante» que las regulaciones podrían tener sobre la industria. Su decisión de vetar el proyecto y, en su lugar, trabajar en colaboración con expertos como Fei-Fei Li sugiere un enfoque para desarrollar «barandillas viables» con aporte académico. Todo para seguir manteniendo a California como el líder en innovación tecnológica.
Es decir, lo que se lleva ahora en IA es disimular que nos preocupa la seguridad, la privacidad, la humanidad y esas chorradas, mientras se tira para adelante con más ímpetu (y millones) que nunca.
En esto, el experto es Sam Altman, que ya se postula como CEO mundial para frenar el gran problema actual (¿la carrera armamentística IA?). No, no… ¡el verdadero enemigo es la dictadura china! Por si no quedaba claro, Samdios se erige como el adalid único de la democracia.
Una de las locuras que pretendía la ley era que los grandes modelos (solo los GPT y compañía) tuvieran un botón de apagado de emergencia. ¿Te imaginas la locura…?
¿A quién se le ocurre semejante barbaridad?
Así que nada, seguimos con la canción que cada vez nos venden desde más frentes:
NO REGULEIS…
AHOGA LA INNOVACIÓN…
OS VAIS A QUEDAR EN LA PREHISTORIA…
Y mientras, la IA ya supera nuestro conocimiento en ciencias, investiga por su cuenta, va computando nuestros datos (¡para conocerte mejor!) y hasta se programa sola en contra de lo que le dicen los humanos. Sin problema, porque ya sabe mentir queriendo.
¿Y nosotros qué hacemos?
Lo más fácil, lo que se lleva, lo que nos están vendiendo…
(A la pantalla de nuestro móvil).
Porque si la IA ya hace todo, ¿para qué molestarse en pensar?