La Ley de Amara, esa observación astuta de Roy Amara (1925 – 2007), un futurista estadounidense con más visión que muchos de su tiempo. Su ley, simple pero profunda, dice: «Sobrestimamos los efectos de una tecnología a corto plazo y subestimamos sus efectos a largo plazo«. Suena familiar, ¿verdad? Especialmente cuando hablamos de esa criatura enigmática y omnipresente que es la inteligencia artificial.
Fase 1: La Sobre expectación Inicial Empecemos por la sobre expectación. En los albores de la IA, los pronósticos eran como una película de ciencia ficción: robots haciendo de humanos, coches voladores, y máquinas que nos leen la mente. Cada nuevo avance era recibido como el preludio de una era donde las máquinas resolverían todos nuestros problemas. Pero, oh sorpresa, los primeros pasos de la IA estaban más cerca de un bebé gateando que de un superhéroe tecnológico.
Fase 2: La Subestimación a Largo Plazo Luego, llegó el momento de la subestimación. La IA avanzó, no con bombos y platillos, sino silenciosamente, infiltrándose en nuestras vidas diarias. Desde el aprendizaje automático hasta la visión por computadora, la IA comenzó a transformar todo, desde cómo compramos hasta cómo nos entretenemos. Y ahí estuvo la ironía: lo que una vez consideramos exagerado, se quedó corto comparado con el impacto real a largo plazo.
Fase 3: La Adaptación y Mejora Continua La Ley de Amara también refleja cómo la tecnología evoluciona a través de mejoras continuas. La IA, en particular, ha sido como un estudiante universitario, aprendiendo y mejorando con el tiempo. Al superar obstáculos y perfeccionar algoritmos, ha comenzado a alcanzar su verdadero potencial, ese que muchos subestimaron en sus días de juventud.
Fase 4: El Impacto Transformador a Largo Plazo Y aquí estamos hoy, con la IA remodelando industrias enteras. Desde la medicina hasta la atención al cliente, la IA no solo ha cumplido muchas de sus promesas iniciales sino que también ha creado nuevas posibilidades que ni siquiera habíamos imaginado.
En resumen, la Ley de Amara y la IA son como una película con un giro inesperado: lo que empezó con exageraciones y predicciones desmedidas se ha convertido en una transformación silenciosa pero profunda de nuestra sociedad. La lección aquí es clara: la próxima vez que te sientas decepcionado por la última «gran cosa» en tecnología, recuerda la Ley de Amara. Puede que solo estemos en el primer acto de una historia mucho más interesante.
El segundo también lo contaremos aquí, vuelva usted mañana.