La inteligencia artificial (IA) se ha posicionado en el centro del debate sobre el cambio climático, considerada por algunos como parte del problema debido a su elevado consumo de energía y la huella de carbono asociada a la producción de su hardware. Sin embargo, esta tecnología también promete ser parte de la solución, ofreciendo herramientas cruciales para combatir los efectos adversos del calentamiento global.

El Desafío de la Huella de Carbono de la IA El uso creciente de la IA en nuestras vidas requiere de cantidades enormes de poder computacional y almacenamiento de datos, lo que incrementa su huella de carbono. Desde 2012, los procesos de entrenamiento de las IA más grandes han duplicado su consumo de energía aproximadamente cada 3.4 meses. Los centros de datos y las redes de transmisión representan más del 1% del uso global de energía y el 0.6% de las emisiones globales de carbono. Un simple uso de ChatGPT de OpenAI puede generar más carbono que una búsqueda común en Google.

La IA como Solución al Cambio Climático A pesar de las preocupaciones, hay razones para ser optimistas sobre el papel de la IA en la lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, puede mejorar las predicciones de eventos climáticos extremos y gestionar de manera más eficiente nuestra infraestructura energética. Además, técnicas de IA como el aprendizaje automático podrían simular aspectos de los modelos climáticos que actualmente son difíciles de replicar, mejorando así las proyecciones y reduciendo la necesidad de poder computacional para tales tareas.

Optimización de Sistemas con IA Sims Witherspoon, líder en clima y sostenibilidad de Google DeepMind, señala que la IA puede optimizar y gestionar sistemas e infraestructuras existentes, como las redes eléctricas. La transición de combustibles fósiles a energías renovables es clave para alcanzar objetivos de cero emisiones netas. Sin embargo, la energía eólica y solar es impredecible debido al clima. Aquí es donde la IA puede desempeñar un papel crucial, como demostró el equipo de DeepMind al entrenar una red neuronal que mejoró en un 20% las previsiones de generación de energía eólica.

La Necesidad de Políticas Adecuadas Para que la IA tenga un impacto neto positivo en el medio ambiente, son necesarias políticas gubernamentales adecuadas que fomenten la transparencia sobre sus costos ambientales. Solo a través de la transparencia y el intercambio de datos podemos tomar decisiones informadas y estratégicas sobre el uso de la IA para potenciar sus efectos positivos y reducir sus impactos negativos en el ambiente.

Conclusión Si bien hoy en día la IA no es precisamente una tecnología verde y su desarrollo es costoso, no cabe duda de que representa un aliado valioso en nuestra lucha contra el cambio climático. Al encontrar soluciones que compensen sus desventajas, la IA podría convertirse en una herramienta indispensable en el esfuerzo internacional para mitigar y adaptarse a los impactos del cambio climático.